viernes, 4 de mayo de 2018

RESPONSO.


Nadie muere como no sea en apariencia, de la misma manera que nadie nace como no sea también aparentemente. 
El paso de la esencia a la substancia, eso es el nacimiento, así como la muerte es el de la substancia a la esencia. En realidad, nadie nace ni nadie muere. ¿Cómo un error tan grosero ha podido subsistir tanto tiempo?... No son los individuos visibles los que se 
modifican; es la substancia primordial la que se modifica en cada uno de ellos. Ella es la que es, y hace ser infinitas sus modificaciones; es la eterna deidad despojada de su nombre y figura para no tener más que los nombres y formas de cada individuo. 

Si consideramos la verdad, no hay que deplorar la muerte, sino honrarla... ¿Y cuál puede ser
la manifestación más honrosa, conveniente y digna? Pues dejar a la divinidad a los que han entrado en su seno, y gobernar a los hombres que os han sido confiados como lo haréis en adelante. 

Si existe un orden en el universo —y es seguro que lo hay—, ese orden está regulado por la divinidad, El justo, pues, no deseará las dichas que no tiene, porque ese deseo procede de una preocupación egoísta y contraria al orden. Por ello, estimará como
una dicha todo cuanto acaezca. 

Avanzad en la sabiduría y procurad curar vuestra alma. No penséis en vosotros antes que en los demás, sino todo lo contrario. ¡Cuántos motivos de consolación tenéis a vuestro alrededor! Y el hijo que habéis perdido, ¿no os queda por ventura? Os queda, dirá todo hombre sensato. En efecto; lo que es, no puede perecer; lo que es, siempre perdura y a vuestro lado palpita.

Apolonio de Tiana.


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