martes, 23 de mayo de 2017

INFORMATIVOS.

Teoría del universo abismal.

Marcos Fidel Barrera Morales.

La Teoría del universo abismal (MFBM, 2015) constituye el reconocimiento de que la totalidad del cosmos está comprometida en un proceso dinámico, progresista, escalar, capaz de retroalimentarse a sí mismo, en condición de generar una actividad autogestionaria suficiente tanto en lo minúsculo como en lo mayúsculo, en lo infinitamente pequeño como en lo infinitamente grande.

Esta teoría está sustentada en las propias condiciones físicas y energéticas que impulsan a comprender que la percepción expansiva del Universo –Hubble-, comprobada a través de la física, la matemática  y la astronomía –efecto Doppler-, constituye evidencia de la convergencia infinita de la materia y de la energía en un abismo omnidireccional.

De esta forma, –a la manera de una cascada infinita, en todas las direcciones-, colapsa el universo entero. 
Sin embargo, este crash genera a su vez un efecto de retroalimentación y de creación de tal magnitud que potencia la ampliación de todos los espectros. 
Es como una suerte de autorreplicación del infinito, en todas las direcciones que no puede ni debe reducirse a coordenadas cartesianas, pues incluye todas las posibilidades.

La teoría del universo abismal se soporta en las observaciones de la física y aprehende las variadas posturas acerca del origen del universo. Entre tantas, el big bang –Hawking-, el universo estacionario -Bondi, Gold, Hoyle-, el universo en expansión –Guth.- la teoría oscilante del universo –Tolman-, y el quiebre cósmico o big crunch –Hawking-. 
Estas teorizaciones configuran una única posibilidad novedosa y creativa que puede enunciarse como argumento exponencial, en los siguientes corolarios:

1.     El universo es y está ahí. El ser y el estar tienen la condición de posibilidad: como es, como fue, como puede ser.
2.     El universo se dinamiza, se recrea, se expande de manera vertiginosa.
3.   El universo creativamente colapsa en el infinito como efecto omnidireccional que propicia la insurgencia de energía, de espaciotiempo, de cosmos.
4.     El universo está motorizado por el caos.
5.     El universo, en consecuencia, es permanente posibilidad, potencialidad, factibilidad, riesgo.
6.     El universo es eterno.


La Teoría del universo abismal tiene como símbolo de representación el alfa griego, que en su extensión multidireccional -hacia el infinito- crea rizos de retorno y asomos de configuración que remiten a la retroalimentación, en un efecto que conjuga la condición entrópica del universo, en medio de la necesaria consideración sintrópica.

En el terreno de lo fáctico -sin reducir la argumentación a este campo-,  la liberación de energía y la potestad heurística del suceso cósmico, vasto, abismal, infinito, se manifiesta a través de cualquier concrección, lo mismo que en orden a cualquier posibilidad.
Por ello, origen, manifestación, definición, extensión, expansión, colapso, se conjugan, a fin de propiciar la emergencia de la metáfora general que en términos simbólicos, además de matemáticos y geométricos, se representan –para aplicaciones concretas- en la figura toroidal matemática, de extrema complejidad.

Este recurso simbólico de soporte matemático configura una metáfora física, conceptual y argumental que remite a la comprensión del universo como espaciotiempo, como evento, como realidad y posibilidad, amén de capacidad y potencialidad. 
La expansión, por ejemplo, queda como registro de la ampliación de posibilidades, a la vez que como evidencia de la capacidad poiética -creativa- del universo que tiende necesariamente al abismo de posibilidades… para luego emerger también como principio creador.

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