viernes, 1 de enero de 2016

INFORMATIVOS.


Comúnmente asociamos la felicidad con cosas como el dinero, la salud, la belleza o la satisfacción laboral, pero no solemos pensar que la felicidad tiene que ver con nuestra atención, con lo que se conoce popularmente como “vivir en el presente”.

El estilo de vida que promueven las grandes corporaciones y los programas de TV construye la idea de que la felicidad está correlacionada con el dinero, la fama o la belleza, pero uno de los estudios más extensos realizados sobre el tema muestra que la acumulación de bienes materiales no tiene mucha correlación con la felicidad.



Una iniciativa Track Your Happiness, encabezada por Matt Killingsworth, encontró que la atención en el presente es el factor que mayor relación tiene con la felicidad. La divagación mental, en cambio, fue una de las actividades que mayor relación tiene con la infelicidad.

“La felicidad tiene mucho que ver con el contenido de cada momento”, dice Killinsworth. Y este contenido generalmente es mejor recibido cuando es el resultado directoes una actividad inmediata, “el aquí y el ahora”.

El estudio muestra que estar enfocados en el presente nos hace aún más felices que divagar mentalmente en cosas placenteras. 
Concentrarnos en acciones que generalmente son poco placenteras es también más benéfico para nuestro estado de ánimo que divagar durante estas acciones (por ejemplo, concentrarse en conducir un auto en el tráfico nos produce mayor bienestar que divagar mientras conducimos en el tráfico). Realizar actividades que no nos gustan pero que nos concentran es más positivo que divagar y estar viajando con la mente.

Existe un importante factor de atracción en la felicidad: que parece brindar bienestar independientemente de las vicisitudes y circunstancias externas, una especie de conspiración benéfica en el funcionamiento de nuestro cerebro para que nos adentremos en el instante presente.

Killinsgworth concluye que la divagación mental no es una consecuencia de la infelicidad, pero que la atención al presente sí puede considerarse una causa de la felicidad.

Los beneficios de la atención en el presente parecen tener que ver con la relajación de la mente. Pensar en cosas que no están en donde estamos, que no sucederán hasta después o  que ya han sucedido nos genera comúnmente estrés, en parte porque no podemos hacer nada en ese momento para modificarlas. 
No estar concentrado en el presente es una buena forma de hacer que los fantasmas entren en nuestra vida.
  
No estar atentos al presente es una forma poco eficiente de operar en nuestra vida cotidiana, lo cual seguramente –cuando nos damos cuenta de que no hemos hecho nuestro trabajo o de que han pasado horas y ya no fuimos a correr al parque, como nos habíamos propuesto– contribuye a generar estrés, (según Killingsworth pasamos en promedio 47% del tiempo divagando). 
En cambio, la atención en el presente nos proporciona una mayor eficiencia, pues refuerza hábitos positivos que se traducen también en un mejor aprendizaje y funcionamiento cerebral.


Existen numerosos científicos y artistas que han hablado de algo que popularmente se conoce como el “efecto Eureka”, entendido como la resolución espontánea de un problema –o la inspiración súbita– cuando no se estaba ocupado con ese problema. 
Al parecer este efecto se produce cuando la mente analítica racional deja de trabajar y se permite que la mente inconsciente se apodere del sistema operativo o brote a la superficie como una ola subterránea. 
Para que esto ocurra comúnmente se necesita estar en un estado de relajación (de la misma manera que las imágenes brotan en estados hipnagógicos); la relajación  tiene una clara correlación con la atención en el presente –puesto que, como dijimos antes, quien piensa en el pasado, en el futuro o en cosas que no están ahí difícilmente podrá soltar las tenaces riendas de su mente y adentrarse en las posibilidades del instante –y se revela como la única puerta para acceder a aquello que trasciende el tiempo.

La información recabada en esta interesante investigación coincide con la filosofía oriental que pregona la idea de mantener la mente concentrada en lo que ocurre en el instante, en lo que tenemos enfrente, en lo que estamos observando directamente, no dividir la atención, movernos desde la unidad.

Este mismo estado de presencia puede y debe aplicarse a las acciones modernas; si se está redactando un mail, solamente hacer eso y despachar; si estamos conduciendo un auto, atender al camino y disfrutar de la experiencia de estar haciendo lo que estamos haciendo, en toda su riqueza.

Por otro lado (al parece la naturaleza nos premia por vivir en el presente), en un sentido profundo lo único que existe es el presente, este instante. Albert Einstein dijo: “la distinción entre el pasado, el presente y el futuro es sólo una persistente ilusión”, lo que significa necesariamente que son una misma presencia. 
Así que la práctica de atención al presente nos lleva no sólo a la felicidad sino a la realidad.

Para anclarnos en el presente y de alguna manera controlar los saltos temporales de nuestra mente –que suele ir de un pensamiento a otro, como un mono de rama en rama, para usar la famosa metáfora– es difícil encontrar algo mejor que la respiración. Simplemente recordar respirar, contar nuestra respiración, nos regresa al presente y nos relaja de tal forma que nos podamos mantener ahí. 
Desde la respiración podemos actuar y llevar el compás para seguir en un estado de serena y energética atención.

Alejandro Martínez Gallardo.

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