viernes, 3 de abril de 2015

CURSILLO.


Todo lo que explico ha de ser experimentado. No interesa decir “estoy de acuerdo”, sino ver si sirve de base para un trabajo, para una experiencia personal. 
Lo que yo diga no es para ser creído ni aceptado, sino para ser mirado.

Antonio Blay.



Todo está en el Silencio. La práctica del Silencio debe ser aprendida; mejor dicho, debe ser aprendida la práctica de dejar lo que no es Silencio, pues sólo así se presenta el Silencio.

El Silencio no es algo que nosotros podamos manejar o manipular; el Silencio es algo que siempre está ahí y sólo hay que descubrirlo; y se descubre cuando se quita lo que lo cubre, cuando se quita todo lo que lo oculta a nuestra conciencia. Por eso el trabajo no se relaciona con el silencio mismo, sino con las demás cosas. 
Es cuando yo “suelto” las demás cosas -porque no tienen nada que ver con el Ser Esencial, con Dios, con la Realidad-, cuando entonces viene el Silencio. Cuando veo que ninguna idea, sensación, acción, tienen nada que ver con la Realidad profunda de mí, del Ser, cuando me doy cuenta de esto, lo suelto todo, lo dejo ir todo y me quedo sin nada. 
Este aprendizaje de “soltar” y de desidentificación es el que hay que realizar. Cuando se va ganando terreno en esta práctica, entonces cada vez es más fácil. Se va tomando conciencia del desplazamiento de la atención hacia una profundidad, hasta que se puede aplicar a voluntad. Y lo mismo se consigue soltando las cosas que pienso, siento o quiero, que trasladándome directamente de donde estoy habitualmente hacia más adentro; es lo mismo. Me doy cuenta de que al “soltar” las cosas se produce este desplazamiento en profundidad de mi foco de conciencia, pero también de que trasladándome voluntariamente se suelta todo lo otro. 
Mediante la práctica se va ganando la capacidad de trasladarse más hacia dentro, hacia el fondo, pero después uno descubre que no es trasladarse, es dejar de estar fuera.

Finalmente uno se da cuenta de que no se trata de llegar sino que se trata de dejar de estar en cualquier otro sitio, uno se da cuenta de que siempre está en el Centro. 
Lo curioso de esta práctica del Silencio es que, cuando llega a vivirse, nunca más se olvida, es como si la conciencia realmente hubiera nacido a una nueva dimensión. Cuando se toca fondo, cuando la experiencia es realmente de Silencio, aquello deja en uno algo tan profundo que jamás desaparece. Y a medida que se va trabajando y actualizando este Silencio, queda cada vez más presente y uno se da cuenta de que es idéntico a la propia Identidad, y entonces se vive en este Silencio. 
En este Silencio se producen todas la cosas, de este Silencio surge la acción, de él surge el conocimiento, y el amor, y la broma, y la creatividad. Todo está surgiendo de este Silencio; ya ocurre ahora, ya todo surge del Silencio. Pero entonces uno es capaz de vivirlo experimentalmente, uno vive Ser-Silencio.

Todo lo existente es insuficiente para explicarlo, porque esta capacidad creadora es ilimitada, infinita, siempre hay creación, siempre hay un nuevo modo de expresión, y ninguno agota las posibilidades de este Centro de Silencio.
¿Cuánto tiempo debe dedicarse a esta práctica? Inicialmente muy poquito.

Antonio Blay.

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