miércoles, 12 de noviembre de 2014

GANADERÍA.

La idea de libertad que predomina hoy en día en la sociedad no tiene que ver nada con el concepto auténtico de libertad individual. 
El poder, ya sea político, económico, empresarial, militar, etc. es el primero en distorsionar el auténtico concepto de libertad cuando pretende convencer a la masa sometida y no pensante de que es libre. Pero una persona sometida mental o físicamente, como ocurre en la actualidad y como ha sido siempre a lo largo de la historia, difícilmente puede llegar a ser libre.

Ante esta distorsión, la publicidad, que es el conducto que tiene el poder para difundir sus creencias entre la masa, habla continuamente de que los ciudadanos son libres para elegir lo que desean comprar, lo que desean consumir, a dónde quieren viajar, en qué quieren trabajar y cómo quieren gastarse su dinero.

Pero todas estas cosas a las que puede aspirar el ciudadano medio son parte de un sistema ya estudiado en el que todo está previamente determinado para que los sujetos a los que va dirigido sean condicionados y guiados en una única dirección. Esto confirma que la libertad de la que nos hablan no puede ser auténtica y es necesariamente falsa.
En realidad, todas las relaciones basadas en el poder y el sometimiento son relaciones que no pueden ofrecer ningún grado de libertad y todo lo más que pueden hacer es disfrazarla para hacer creer a los sometidos que aún existe.

Esto es lo que intentan todas las formas de poder: hacer creer al sujeto sometido que es libre cuando en realidad no lo es. Todas las acciones, los deseos, los derechos y las obligaciones de un ciudadano que forma parte de la sociedad de masas están determinados por el poder y, en consecuencia, no pueden ser considerados actos libres. 
Es más, se puede llegar a afirmar que es el propio poder quién potencia las ventajas de la pseudolibertad en razón de su interés.

La especie errante. Blog.

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