miércoles, 27 de marzo de 2013

ANDANDO.

Caminar es gratis. Muchos pensadores y artistas han utilizado el movimiento, ya sea en la forma de distintos medios de transporte o de una simple caminata por el bosque, para desarrollar la creatividad y la imaginación.
Dos aspectos evolutivos han marcado el destino histórico del ser humano: el desarrollo de pulgares oponibles y la capacidad para el desplazamiento bípedo. Y aunque los pulgares oponibles sean lo que nos permite manejar con destreza tanto la pluma como las armas de fuego, muchos pensadores y artistas han encontrado en las caminatas una imperecedera fuente de inspiración.

Charles Dickens y Victor Hugo obtenían sus mejores ideas caminando; Mark Twain caminaba como loco mientras dictaba sus historias; Goethe y Walter Scott preferían componer mientras iban a caballo, mientras Mozart se relajaba en un carruaje; Murakami corre algunos kilómetros diariamente, y Viel Temperley prefería el nado estilo crawl.

El filósofo Michel Serres ha escrito sobre la relación entre el ejercicio físico (especialmente el alpinismo) y el pensamiento filosófico, y Einstein lo supo también cuando meditaba en su bicicleta.
Como Rosamund E. Harding sugiere en su libro de 1932, An Anatomy of Inspiration: “Es posible que el movimiento rítmico del carruaje, del tren, de un caballo y, en menor medida, del caminar, puedan producir en mentes sensibles un efecto ligeramente hipnótico que conduzca a un estado mental más favorable al nacimiento de las ideas.”

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