jueves, 16 de agosto de 2012

TRILOGÍA.

 Una de las últimas terapias meditativas de Osho fue la Rosa Mística. El dice que es el mayor avance en la meditación desde que Buda ideó la Vipasana hace veinticinco siglos.La Rosa Mística dura tres semanas y se practica durante tres horas al día.

Primera Parte: La risa.

Durante los primeros siete días de la meditación has de reír sin ningún motivo. El propósito de esta parte es descubrir el lugar, en tu vientre, desde donde surge la risa por sí misma. Siempre que la risa empiece a apagarse mueve el cuerpo de forma que atravieses la energía bloqueada. A veces, especialmente al acercarse el final de la semana, puede que desees llorar. ¡No lo hagas! Haz regresar de nuevo la energía hacia la risa. Durante los diez últimos minutos de cada sesión, siéntate en silencio y observa.

Segunda Parte: El llanto.

Durante los siguientes siete días deja que fluyan tus lágrimas. En la etapa de la risa se necesita un esfuerzo para continuar; en el llanto no se necesita más que ser consciente, ir hacia adentro y aflojarse. La risa habrá limpiado el camino interior hacia la pena, el dolor y las lágrimas reprimidas; están ahí, somos nosotros que las reprimimos. Permítete a ti mismo llorar profundamente, ruidosamente, limpiando y descargando el corazón. De nuevo, si te sientes estancado, haz giberish para quitar los bloqueos y luego continúa. Para ayudar al llanto puede utilizarse intermitentemente una música suave y triste. Cada sesión finaliza con diez minutos de sentarse en silencio.

Tercera Parte: El observador sobre la colina.

Durante la última semana siéntate en silencio, relajada y confortablemente, con los ojos cerrados, y observa todo lo que va sucediendo dentro. Si te ayuda a volver al estado de ser un testigo, observa la respiración entrando y saliendo, bien a través de la nariz o del ombligo. O bien puedes sintonizar con los sonidos naturales a tu alrededor para regresar al aquí y ahora. Después de unos cuarenta y cinco minutos, levántate y baila con una música suave durante otros quince minutos, observando en todo momento los movimientos del cuerpo más que perdiéndote en la danza.

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