lunes, 6 de febrero de 2012

NOTA INFORMATIVA.

En 1954, el químico estadounidense Charles Eliot Perkins escribía a la Lee Foundation for Nutritional Research, la siguiente carta desde Alemania, donde había sido enviado por el gobierno americano para ayudar en la tarea de reconstrucción de las fábricas de la I.G. Farben:

“Los químicos alemanes crearon un plan de control de la población de lo más ingenioso y de amplias consecuencias, que fue propuesto y aceptado por las autoridades gubernamentales. Dicho plan era el de controlar a la población en un área definida a través de la medicalización del agua potable (…) en este esquema de control masivo, el fluorido de sodio tenía un lugar preeminente (…) Sin embargo, quiero ser muy definitivo y claro sobre este punto: la fluorización del agua no buscaba la mejora de la dentición infantil (…) El verdadero propósito de la fluorización del agua era reducir la resistencia de las masas a la dominación y al control y la pérdida de la libertad (…) Repetidas dosis infinitesimales de fluor reducirá gradualmente el poder individual para resistirse a la dominación por un lento envenenamiento, narcotizando la parte del cerebro que provoca la sumisión a los que desean gobernarlos. (…)

Fui informado de esto con toda precisión y sinceridad por un científico que ha pasado casi 20 años investigando en la química, bioquímica, fisiología y patología del fluor (…). Cualquier persona que beba agua artificialmente fluorada por un periodo de un año o más nunca volverá a ser la misma persona, mental o físicamente”.


En aquellos mismos años 50, las autoridades norteamericanas intentaron imponer la costumbre de fluorar el agua potable esgrimiendo la protección dental infantil. Pero en 1954, 79 premios Nobel de química rehusaron apoyar la medida, por lo que no fue implantada.

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