viernes, 23 de diciembre de 2011

NOTA INFORMATIVA.

«Escucha, oh Sariputra, la vacuidad es forma; la forma vacuidad. Aparte de la forma, la vacuidad no es; aparte de la vacuidad, la forma no es. La vacuidad es aquello que es forma, la forma es aquello que es vacuidad. Justo como son la percepción, la cognición, la construcción mental y la conciencia».

Sutra del Corazón.


La materia está compuesta de átomos; más del 99% de un átomo consiste de espacio vacío. Lo cual, aunque nos cueste trabajo asimilar, significa que nosotros estamos casi completamente vacíos, somos básicamente nada. Pero, como estamos descubriendo, esa nada puede ser algo, es más, puede ser lo que sea.

El brillante físico estadounidense David Bohm, influenciado por la filosofía de Krishnamurti pero sin alejarse del rigor científico, teorizó que el mundo que experimentamos es una manifestación superficial de un proceso energético profundo, como una ola que surge de un mar de energía infinita. Y nuestra percepción de un fenómeno o de nuestro propio ser es algo ilusorio, ya que en el vacío toda la materia es una misma energía. Esto fue lo que llamó “la totalidad del orden implicado”. Su biógrafo Will Keepin explica:

«El entendimiento de Bohm de la realidad física trastoca la noción ordinaria de ‘espacio vacío’. Para Bohm el espacio no es un vacío gigante a través del cual se mueve la materia; el espacio es tan real como la materia que se mueve a través de él. El espacio y la materia están íntimamente interconectados. De hecho, cálculos de la cantidad conocida como energía del punto cero sugieren que un centímetro cúbico de espacio vacío contiene más energía que toda la materia en el universo conocido».

Aquí se empieza a dibujar sobre la espuma cuántica el que tal vez sea el secreto de la creación —de algo de la nada—, la potencialidad inherente e ilimitada de ser en todo. Como hemos visto, incluso en un espacio herméticamente cerrado en el que no haya “nada”, espontáneamente se generan pares de partículas de energía. Esto sugiere que la “nada” tiene en ella el n(h)acer embebido. O, en otras palabras, todo tiene la potencia de crear un universo —ya que una de las posibilidades del arreglo de átomos que surgen del vacío es ordenarse para formar un universo.


"Una pequeña partícula de la Piedra Filosofal, si se vierte sobre la superficie del agua, según un apéndice sobre la sal universal de Herr von Welling, inmediatamete empezará un proceso de recapitulación en miniatura de la historia del universo, ya que instantáneamente la tintura —como los Espíritus de los Elohim— se agita sobre el cuerpo del agua. Un universo miniatura se forma, el cual, según afirman los filósofos, en verdad surge del agua y flota en el aire, en el que pasa por todos los niveles de desarrollo cósmico y finalmente se desintegra".

Manly P. Hall, The Secret Teachings of All Ages.



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