lunes, 7 de noviembre de 2011

NOTA INFORMATIVA.

La atribución de diferentes virtudes, como la bondad o la honestidad, a los hombres de poder, cuyo único objetivo es el sometimiento del mayor número de personas posible a sus caprichos o intereses (vístase esto con las mejores intenciones que se quiera), es sólo una forma como otra cualquiera de engañarte a ti mismo; de autoconvencerte de lo bien que hiciste en firmar con ellos un contrato que te permite malvivir en su sistema social jerarquizado, en el que tales hombres ocupan el escalón superior, y tú el inferior. Un contrato con el que decidiste entregarles tu libertad y toda aspiración emancipatoria.

El encumbramiento de los hombres de poder, y, con ello, la aceptación voluntaria del sometimiento, es lo más parecido que puede haber a un suicidio. Sin duda alguna, es algo que debería ser condenado como un crimen contra lo más profundo de nuestra esencia humana.

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