jueves, 14 de abril de 2011

La degeneración de la raza humana por la pérdida de sus cualidades fundamentales


La reciprocidad como elemento clave de la libido.-

Cuando una persona recibe amistad, confianza y afecto, está recibiendo algo que es propio del ser humano y que mana de su integridad psicosomática; es decir, la amistad y el afecto no es una norma de una cultura sino, en todo caso, se hizo cultura cultivando algo que brota de forma espontánea de nuestras pulsiones orgánicas, las cuales promueven el derramamiento del afecto sincero y de la conducta amorosa entre los congéneres; derramamientos convertidos en miradas, caricias, besos, abrazos, palabras, risas (de las que suben del vientre, no las de las máscaras), mimos, deseo, pasión, y toda una gama diversa e infinita -pues es específica de cada proceso ontogénico- de complicidades y de complacencias. Una mirada amorosa nos conecta con un bebé de 2, 3, 4 meses, que nos corresponde con su mirada amorosa; le sonreímos y nos devuelve también la sonrisa; frotamos nuestra cara contra su cuerpecito, y se ríe a carcajadas. El género humano somos, estamos hechos así.

(...)

La reciprocidad es una cualidad de la vida en general:

Amo naturalmente a quien me ama, decía Lope de Vega, resumiendo con su ingenio poético, en un solo verso, todo esto de que la reciprocidad es característica de las cosas de la vida.

Unos indios de una tribu chinook del noroeste del Pacífico (tierra de Seattle) tenían un término, ‘potlach’, (derivado del nootka ‘patshatl’), que era algo equivalente a nuestro ‘donar’; pero ellos precisaban que ello no significaba sólo ‘dar’ sino ‘dar-recibir-devolver’.

Según Marcel Mauss la noción de ‘potlach’ es la misma que la noción del ‘hau’, referida por el maorí Ranapari al antropólogo Elsdon Best en 1909. El maorí Ranapari le explicó a Best, que si alguien te da algo, no puedes quedarte con el ‘hau’ de ese algo, sino que tienes que devolverlo. El ‘hau’ era algo así como la empatía –algunos lo traducen por ‘espíritu’- que acompaña el objeto regalado, no el objeto mismo.

El hecho de que estas tribus indígenas tuvieran un concepto para designar lo que en nuestras lenguas son tres acciones diferentes, para las que necesitamos tres verbos diferentes (‘dar-recibir-devolver’), significa que en su observación de la fenomenología de la vida no veían tres sino una sola acción, un solo proceso. Tan concatenado y continuo era el dar-recibir-devolver que para ell@s era un solo fenómeno, el ‘hau’ o el ‘postlach’, que expresaba el modo de funcionar el bosque y de la vida en general; el maorí Ranapari empleaba el término ‘hau’ tanto para expresar el modo de funcionar del bosque, como las relaciones humanas: dar-recibir-devolver.

(...)

En la especie humana, el hau del bosque es la libido, el sistema fisiológico sexual, con una función de apertura, derramamiento y aceptación entre unos seres humanos y otros.

( EXTRACTOS ) Casilda Rodrigáñez.

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